Qué gran error! Justo cuando el Fondo Monetario Internacional predijo que la economía de México crecerá a un ritmo más lento debido a una probable caída de las inversiones, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador decidió no asistir a la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, ni enviar a ningún miembro de su gabinete.
AMLO —como lo llaman en Mexico a López Obrador, por sus iniciales— envió a una funcionaria sin rango minisiterial, la subsecretaria de comercio exterior Luz María de la Mora, para hablar en su lugar ante el foro de los principales inversionistas del mundo.
En comparación, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue objeto de la atención mundial cuando habló ante el foro el martes, y mantuvo reuniones con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, otros líderes mundiales. Los presidentes de Colombia, Ecuador, Paraguay y Costa Rica también hablaron en Davos.
La cumbre anual de Davos es una de las pocas ocasiones en que los presidentes latinoamericanos pueden atraer la atención de los inversionistas, especialmente cuando están comenzando su mandato y no son muy conocidos en el exterior.
Sin embargo, México tuvo su presencia de más bajo perfil en la memoria reciente en la reunión anual de Davos este año, en momentos en que más necesitaba disipar las preocupaciones de los inversionistas.
A principios de esta semana, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, había dado a conocer nuevos pronósticos económicos mundiales en Davos, incluyendo la predicción de que México crecerá por debajo del promedio mundial este año.
El pronóstico del FMI dijo que, debido a las menores inversiones privadas, la economía de México crecerá solo un 2.1 por ciento en 2019 y un 2.2 por ciento en 2020. El pronóstico anterior del FMI para Mexico había sido del 2.5 por ciento para este año y 2.7 por ciento el año próximo.
Un estudio separado del Bank of America Merrill Lynch fue aún más pesimista: redujo sus previsiones de crecimiento para México este año del 2 por ciento al 1 por ciento.
La respuesta de AMLO fue desestimar estas proyecciones. Dijo en una conferencia de prensa que el pronóstico del FMI “fallará” y que la economía “va a crecer más”.
Funcionarios del gobierno de AMLO dijeron que el presidente no asistió a la reunión de Davos porque necesitaba quedarse en México para concentrarse en el escándalo del robo generalizado de gasolina que está sacudiendo al país.
Y, claro, esa puede haber sido una buena razón para quedarse en casa. Al menos 91 personas murieron y cientos resultaron heridos cuando una tubería de gasolina perforada explotó en momentos en que mucha gente estaba robando el combustible.
AMLO ha estado celebrando conferencias de prensa diarias sobre este escándalo, y su popularidad, que ya era aproximadamente del 70 por ciento, ha aumentado aún más desde entonces. En comparación con el anterior presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien rara vez daba conferencias de prensa, muchos mexicanos ven a AMLO como un líder transparente y accesible.
Pero al no enviar a ningún miembro de su gabinete a Davos, AMLO envió la peor señal posible en el peor momento posible.
Muchos inversionistas ya estaban preocupados por las señales que había enviado AMLO anteriormente, como la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto de Ciudad de Mexico, para el que se habían firmado contratos y emitido bonos. Y AMLO también fue criticado por muchos economistas por cambiar leyes del sector energético que buscaban atraer inversiones.
Mi opinión: AMLO merece crédito por haber convertido la lucha contra la pobreza y contra la corrupción en sus principales prioridades. Eso merece aplausos. Pero si él piensa que puede lograr reducir la pobreza sin nuevas inversiones, está soñando.
Claro, podría reducir la pobreza a corto plazo echándole mano a la receta populista: dando subsidios generosos e imprimiendo dinero para pagarlos. Pero eso es pan para hoy, hambre para mañana.
No puede haber una reducción duradera de la pobreza sin crecimiento económico, y no puede haber crecimiento económico duradero sin inversión. El gran error de AMLO es dar la impresion de que desdeña a los inversionistas. Si los ignora, en lugar de cortejarlos, no hará sino crear más pobreza.
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