La visita del Primer Ministro de Singapur es una magnífica ocasión para hacer una revisión del desarrollo del TLCAN y de México teniendo como referencia un país que decidió utilizar al comercio internacional como palanca de desarrollo –al igual que México–, desgraciadamente, con resultados completamente distintos y deplorables para nuestro país.

México y Singapur iniciaron su participación en el comercio exterior bajo un esquema muy similar basado en la maquila, es decir, bajo un sistema de producción compartida en el que se importaban insumos para luego exportar.

En principio, ambos países buscaron hacer más competitiva a su economía y México, en los años 80 y principios de los 90, con ese objetivo realizó una lógica e importante desregulación de su economía que incluyó un proceso de reformas que, hacia el interior, incluyeron los sectores de autotransporte federal de carga, de turismo y de pasajeros; patentes y marcas, reformas al artículo 27 constitucional en materia de propiedad de la tierra; cogeneración y autoabastecimiento de energía eléctrica; inversión extranjera, medicamentos genéricos y eliminación de controles de precios

En el exterior, se caracterizó por una apertura comercial que se inició con el acceso de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) y a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que continuó con diversos acuerdos de complementación con miembros de la Asociación Latinoamericana de Integración y que tuvo su corolario con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, acuerdo que nos brindaba acceso preferencial al mercado más grande del mundo, el más cercano, principal importador mundial con alto nivel de consumo y complementario con México en mucho aspectos, por lo que se constituía como el proyecto más importante para el desarrollo económico del país.

El conjunto de medidas señaladas generó una importante competitividad de la economía mexicana e imprimió gran dinamismo a nuestro comercio exterior, sin embargo, hay que señalar que éste no fue resultado de un proyecto nacional de desarrollo como se había planteado en su origen sino, fundamentalmente, ocasionado por la presencia de numerosas empresas transnacionales radicadas en territorio mexicano que, a través de una estrategia corporativa muy exitosa, realizaban operaciones intrafirma utilizando a nuestro país como un centro de costos.

Desgraciadamente, la presencia de esas empresas en nuestro territorio no fue aprovechada para generar riqueza ni añadir mayor valor en su producción, por lo que el porcentaje de insumos mexicanos en los productos orientados al mercado interno y al de exportación fue decreciente, dado que tampoco hubo complemento alguno para utilizar adecuadamente su presencia y al marco creado por el TLCAN ya que este proceso de apertura comercial se realizó teniendo como paradigma el axioma de que “la mejor política industrial es la que no existe”.

Así, una vez que los efectos positivos de las reformas señaladas se diluyeron, México empezó a perder competitividad y nuestros retrocesos se hicieron manifiestos de una manera terrible, pues en el periodo 1999-2012 caímos de la 34ª a la 66ª posición, lo que generó la desaparición de más de 2,500 empresas exportadoras de nuestro país, 900 de las cuales eran maquiladoras.

A partir del año 2001, también empezamos a perder posiciones como economía mundial debido al decreciente porcentaje de valor agregado que incorporamos en los bienes orientados al mercado interno y al de exportación por lo que, prácticamente, nos convertimos en un maquilador básico con actividades de ensamble simple en nuestro territorio; y también perdimos posiciones como destino de la inversión extranjera.

En el periodo 1993/2018, a pesar de la enorme diferencia en el volumen de población, el valor agregado de Singapur se incrementó en 159,139 millones US, en tanto que el mexicano lo hizo sólo en 136,219 millones US, de tal manera que el valor agregado per cápita se incrementó en 21,957 US y 895 US, respectivamente.

Comentarios

En el año 2018, Singapur, un país con sólo 5.6 millones de habitantes –equivalentes al 0.08% de la población mundial–, contribuyó al PIB mundial con 0.41%; en tanto que México, con 124.78 millones de habitantes –equivalentes al 1.67% de la población mundial–, sólo generó el 1.41% de la riqueza mundial, es decir, la simple comparación de las proporciones ya nos dice que se está muy mal en nuestro país, porque no ha habido una estrategia que nos permita aprovechar las supuestas ventajas negociadas en el TLCAN debiendo destacar los siguientes elementos como determinantes en los retrocesos que México ha sufrido:

~ Pérdida de competitividad por la ausencia de una política ad hoc, lo que ha provocado un marco sistémico deficiente en que la pésima calidad de las instituciones públicas y de sus funcionarios fue determinante debido a su nula capacidad de crear políticas públicas realistas, lo que se ha traducido en una pesada tramitología y altos costos de operación para las empresas radicadas en nuestro territorio.
~ Ausencia de una política de fomento industrial.
~ Ausencia de una política realista de comercio exterior.
~ Carencia de programas, proyectos y estrategias de exportación.
~ Salida de nuestro territorio de más de 900 empresas maquiladoras.
~ Reducida y decreciente variedad en la producción y exportación de bienes.
~ Reducido y decreciente valor agregado nacional de bienes orientados al consumo nacional y al exterior.
~ Decreciente participación en la captación de flujos de inversión extranjera mundial.
~ Destrucción de la estructura de promoción de las exportaciones y de la inversión extranjera directa.
~ Carencia una estrategia de promoción con programas, proyectos y políticas públicas realistas.
~ Firma compulsiva de TLC’s con otros 52 países sin antes penetrar ni consolidar la presencia de México en el mercado norteamericano, con programas específicos que permitan capitalizar las supuestas ventajas negociadas
~ Apertura comercial totalmente incongruente basada en una desgravación arancelaria unilateral como ningún otro país la ha realizado, lo que ha debilitado a la planta productiva nacional y le ha generado una competencia desleal.
~ Flotación sucia del peso generando una moneda fuerte, así como importante subsidio a la importación, independientemente del gran volumen de divisas que se ha utilizado para sostener una paridad irreal.

A continuación, se incluye un cuadro comparativo de México en relación con sus socios de Asia y Oceanía del TPP, en el cual se muestra la nula competitividad de nuestro país para poder ganar en su participación en dicho “proyecto”, muy a pesar de lo cual los altísimos funcionarios se empecinaron en negociarlo.

No en balde el Foro Económico Mundial les adjudica una pésima calificación a nuestras instituciones y a sus funcionarios, lo que representa enormes desventajas para México debido a que supuestamente, desde hace más de 90 años, se abandonó la era de los caudillos corruptos para pasar a la de las instituciones corruptas que Álvaro Obregón creó y que Plutarco Elías Calles prácticamente consolidó por decreto.

Especial referencia merece Singapur, al cual sólo superamos en dimensión del mercado, lo cual en la realidad, nada significa teniendo en cuenta el muy reducido nivel de ingresos de los mexicanos en relación con ese país.

Apuntes finales

La evolución del PIB total y del PIB per cápita del nuestro país en relación con el de Singapur, es una manifestación plena de las lacras que ha padecido nuestra nación y que han provocado que la carencia de una estrategia no permita avanzar al ritmo que lo hacen otros países con características y nivel de desarrollo similares al nuestro.

La referencia que hice sobre las proporciones que se manejan acerca de Singapur y México en el año 2018, adquieren una dimensión de calamidad si hacemos una comparación de la evolución de ambos países tomando como referencia el año 1993, pues en ese año el PIB per cápita de México se ubicaba 13% por arriba del promedio mundial, en tanto que el de Singapur se ubicaba -56% por debajo; para el año 2001 el mexicano se ubicó 33% por arriba pero, sorprendente, el de Singapur 289%; y para el año 2018, las cifras son de dar pena, pues el mexicano cayó -15% por debajo en tanto que el de Singapur alcanzó 439% por arriba, es decir, en el periodo 1993/2018, el PIB per cápita de Singapur pasó de 2,139 US a 61,230 US, en tanto que el de México pasó de 5,467 US a 9,614 US, lo que significa que su crecimiento fue de 2,863% en tanto que el nuestro fue de un raquítico y ridículo 176%.

Mucho más deprimente es el hecho de que en el periodo 2014/2018, el PIB per cápita mexicano se redujo de 10,981 US a 9,614 US, lo que significa que en los últimos cuatro años, los mexicanos perdimos -1,367 US de nuestro ingreso anual y ese bienestar que nuestros altísimos funcionarios nos prometieron con su “política de fomento”la firma de TLC’s con 52 países adicionales y la firma de 33 APPRIs ha sido inalcanzable debido, especialmente, a la pésima conducción de nuestro comercio exterior.

Sin duda, en los 25 años de vigencia del TLCAN, no ha habido una estrategia realista que nos haya permitido aprovechar las enormes oportunidades que presenta el comercio internacional como lo ha hecho Singapur y, mucho más preocupante, es que con la idea dogmática de diversificación geográfica que ha prevalecido en la “política de comercio exterior” diseñada por nuestros altísimos funcionarios, sólo se ha generado la atomización de las reducidas fortalezas de México.

Peor ha sido que no se ha propiciado el desarrollo de ventajas competitivas ni se han aprovechado las ventajas comparativas, entre la cuales podemos contar el ser el vecino más cercano al mercado más grande del mundo, con el que logramos un acceso preferencial a un mercado de alto consumo, que es el primer importador mundial y con el que somos complementarios en muchos aspectos, independientemente de que tampoco logramos establecer una política regional y por eso, los resultados para Canadá y Estados Unidos también han sido decepcionantes.

Lo peor es que nuestros altísimos funcionarios continúan prometiendo el oro y el moro con la firma de TLC’s adicionales, a pesar de las evidentes muestras de fracaso de su pésima “estrategia”.

México debería haber sido el gran ganador del TLCAN si se hubiera realizado una estrategia realista que permitiera aprovechar y desarrollar adecuadamente el proceso de manufactura en el que habíamos logrado ciertas habilidades, pero nuestros funcionarios nunca pudieron concebirlo como tal debido a la improvisación y simulación que ha caracterizado a sus actividades, por lo que tampoco han podido impulsar la calidad de socio estratégico de nuestro país y lo han convertido en el patio trasero de los Estados Unidos.

Sin duda, la situación que actualmente se presenta en México es crítica y sólo podrá ser revertida si se define una estrategia integral que permita utilizar adecuadamente al comercio exterior como palanca del desarrollo así como Singapur lo ha hecho, sobre todo, teniendo en cuenta la enorme debilidad del mercado interno que padecemos por la creciente pobreza en nuestro país.


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