México y Corea del Sur establecieron relaciones diplomáticas en 1962. Desde entonces, en estos 56 años los contactos bilaterales, el comercio, la cooperación y la interacción se han incrementado notoriamente. Después de un fructífero desarrollo de las relaciones entre ambas partes y un gran despliegue de acciones durante el decenio de 1990, se apostó en 2005 por un Acuerdo de Asociación Estratégica, el cual ha impulsado generosos resultados económicos y abierto nuevas oportunidades de colaboración para las dos naciones. En ese entonces también se firmó un Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones con el cual se ha garantizado la certidumbre para los movimientos de capital.

Siguiendo los resultados de esta relación a lo largo del tiempo y de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, el comercio bilateral superó 17 mil millones de dólares en 2017. Cabe destacar que esta vertiente ha tenido una tendencia muy deficitaria para México. En términos reales, la relación de intercambio es de siete a uno. Tan sólo el año pasado las exportaciones de México a Corea del sur registraron 2 mil 45 millones de dólares, mientras que la nación asiática colocó productos en nuestro país por 15 mil 762 millones de dólares. Esto refleja un saldo negativo por 13 mil 717 millones de dólares.

No obstante, la relación seguirá creciendo gracias a factores como el desarrollo industrial, la infraestructura logística, las cadenas de producción y distribución, la capacidad de inserción y afianzamiento internacional de las empresas y otros más. Ante el aprovechamiento de las oportunidades, las inversiones de Corea del Sur en México —según reportes de la Secretaría de Economía— rebasaron el año pasado 522 millones de dólares.

De igual forma, el interés de Corea del Sur —oficialmente declarado por el embajador Kim Sang Il— revela la intención de abrir la brecha para un posible acuerdo de libre comercio con nuestro país. El punto de entrada estaría en una eventual participación de esa nación con todos los miembros de la Alianza del Pacífico. De ser así, esta sería una tarea del próximo gobierno de México y del que encabeza Moon Jae-in.

Esta coyuntura se da en un momento en que la marca país de México ha producido en los últimos años diferentes resultados positivos, particularmente en las áreas de inversiones, comercio internacional y turismo, entre otras vertientes atractivas para la cooperación bilateral.

Dado que dicha marca transmite hacia el mundo una visión de valor agregado, un posible acuerdo comercial fortalecería la percepción de competitividad de México.

Al momento actual, México tiene la posición 49 en el reporte Doing Business 2018 del Banco Mundial, en donde se muestran diferentes variables que reflejan las facilidades para hacer negocios. Dicho reporte es un valioso indicador para orientar las inversiones y actividades económicas internacionales.

De dar un paso adelante en una eventual negociación, la reducción de aranceles, que es clave en un acuerdo de comercio, favorecería la proveeduría en sectores ya consolidados en la industria automotriz, de autopartes, manufacturas, sectores asociados a la innovación y oportunidades de diversa índole.

En otro orden y además de garantizar mejores condiciones para el flujo de bienes del sector agropecuario en favor de México, la ventana de opciones de Corea del Sur, cuyo producto per cápita supera hoy en día los 30 mil dólares, permitiría a los productores
de nuestro país capitalizar diferentes opciones.

En el entorno actual y futuro, las empresas de México encontrarían en ese país un espacio para inversiones caracterizado por mano de obra de excelente nivel para compartir know how y explorar posibles alianzas internacionales.

También dispondrían de alternativas para integrarse a la proveeduría y desarrollar la comercialización en un mercado de consumidores con alto poder adquisitivo.

Sugiriendo algunas áreas clave de desarrollo será interesante enfocarse en suministros para las ramas aeroespacial, biotecnología, semiconductores y turismo, entre otras.

El reto de México, en el supuesto de que este sea el camino con Corea del Sur, es atraer nuevas inversiones, proyectos productivos, tecnología y experiencias que nos permitan seguir creciendo juntos.

También es imperativo fortalecer la presencia de nuestro país en esa nación y prepararnos para nuevas experiencias.


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