Si bien Estados Unidos logró reglas más estrictas para la fabricación de automóviles en el nuevo acuerdo de Norteamérica, México triunfó con la oportunidad de dejar de ser un país maquilador, mejorar las condiciones laborales, profundizar la presencia de inversionistas y explotar los acuerdos comerciales que tiene con otras 46 naciones.
Jesús Seade, quien fue designado como jefe negociador del acuerdo por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, reconoció que hay sectores perdedores como los productores de maíz, farmacéuticas o los de manufactura textil; sin embargo, dijo que el nuevo gobierno no podía esperar a tomar las riendas del país para negociar el pacto, pues significaba seguir enfrascados en un ambiente dañino para la economía.
El experto comercial habló con Excélsior sobre su intervención en las conversaciones y lo logrado bajo su encomienda, gracias a la relación con Robert Lighthizer, representante comercial de Estados Unidos, así como de los trabajos en política económica interna para apoyar a los sectores a enfrentar las nuevas reglas comerciales.
En el pasado le ganó a Lighthizer una disputa comercial en la OMC; ¿hoy le ganó con el USMCA?
En el agarrón entre él y yo hubo varias concesiones como la cláusula de extinción, logré que fuera un apartado para revisar el acuerdo cada seis años; también acordamos mantener el capítulo 20 sobre solución de controversias comerciales Estado-Estado y en el último minuto de la negociación, se logró el apartado sobre excepción cultural, que era muy importante para nosotros; fueron elementos directos que nos dieron un balance positivo.
¿En qué ganó Estados Unidos?
Ellos insistían en hacer más duras las reglas de origen pues toda la negociación la motivó el deseo del presidente Donald Trump de decir no quiero ver tanta empresa norteamericana invirtiendo en México, Canadá o en el extranjero.
En ese sentido, ganaron, pero también será una victoria para México si jugamos bien con políticas de apoyo; recordemos que será más difícil importar insumos y ante esta dificultad las empresas pueden invertir más en la región y la zona más competitiva para ello es nuestro país.
Existe la clara posibilidad, con políticas públicas adecuadas y compromiso del sector empresarial, de sacarle provecho a las manufacturas para conformar y adecuarse a las nuevas reglas de origen.
¿Qué sectores perdieron?
En propiedad intelectual se hizo más difícil la producción de medicinas genéricas, por lo que deberemos trabajar
con la industria.
Mientras que en medicamentos con componentes biológicos, la llamada biomedicina, las patentes serán de 10 años, superior a lo establecido en el TPP11 que es de cinco años, con posibilidad de extenderlo a tres más.
En textiles también se hizo más estricta la regla de origen para importar materias primas de otras regiones.
El gran perdedor, sin duda, pero ya lo era desde el acuerdo original, es el campo tradicional, los productores de maíz, una de las grandes preocupaciones del gobierno entrante. Si bien ahora se crean mejores condiciones de seguridad, en reglas comerciales y se evita amenazas de aranceles especiales, no hay nada más, por ello habrá que modernizar sus tecnologías de producción.
¿Habrá incentivos del nuevo gobierno para estos sectores?
Claro, en el nuevo acuerdo una de las cosas que me gusta mucho es que tiene contenido social. Hay cuatro áreas que son nuevas en tratados comerciales y que son positivas para el país como el capítulo anticorrupción, laboral, medioambiente y el referente a las pequeñas empresas. Todo muy congruente con la dirección en la que quiere ir el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, pero además nos dan una herramienta comercial. Entonces son requerimientos que actúan de forma directa. Es por eso que el gobierno electo buscará impulsar una nueva política industrial activa para fortalecer el mercado interno de la mano del sector privado.
¿No era mejor esperar a que el nuevo gobierno negociara el acuerdo?
Hace dos años la amenaza del presidente Trump era salirse del tratado, eso hubiera sido sumamente dañino para México, por eso no podíamos esperar a discutirlo. Las perspectivas eran tener un acuerdo horroroso y al final estamos saliendo con un resultado que es claramente superior a lo esperado.
¿Qué el acuerdo se firme el 30 de noviembre o el primero de diciembre? Lo correcto es que lo firme el presidente Enrique Peña Nieto, porque son ellos los que llevaron a cabo la negociación.
¿No se está blindando López Obrador?
No, en efecto no es nuestro tratado. La negociación es de ellos, pero nos hemos involucrado muy bien, cambiamos radicalmente el capítulo energético. Pero es un blindaje en sentido práctico, porque salimos de la negociación, volteamos la página y el nuevo gobierno entrará a caminar con pasos fuertes y en forma decidida hacia nuevos temas, hacia desarrollar la relación con Estados Unidos en el área migratoria, por ejemplo, en lugar de seguir enfrascados en un tema comercial.
¿Qué papel debe tener México hacia el futuro en comercio exterior?
Debe crear confianza, nuestro centro de atención ya no puede ser la elaboración de tratados, hemos sido una fábrica de ellos pues tenemos acuerdos con 48 países.
Dos están en Norteamérica y el resto, los 46, se llevan casi nada de nuestro comercio. Hemos hecho los tratados, pero con ¿qué propósito? Si no los hemos sabido aprovechar. La tensión tiene que pasar de la elaboración de tratados de libre comercio, hacia la explotación.
Trabajar en profundizar la participación de la cadena productiva. La realidad es que somos maquiladores, somos ensambladores en lo fundamental.
La exigencia del nuevo tratado de Norteamérica es que o se van las empresas, o profundizamos su presencia en México para dejar de ser maquiladores. Y esto lo debemos hacer con más ingeniería, más trabajo de alto valor, mejores trabajos para los más calificados, y al profundizarlo en automático seremos una base para producir y exportar a Sudamérica, Asia o Europa, que ya lo somos, pero debemos incrementarlo.
Debemos movernos de la negociación de acuerdos a la explotación de los acuerdos, a la profundización de la relación con esos países y a la atracción de fuentes de inversión. Hay capitales increíbles en países árabes y asiáticos que están buscando dónde ir, y es claro a dónde: a México.
¿Cuánto podría crecer el país bajo este panorama?
Más de 2%, hemos crecido al dos por ciento, y la población lo hace al 1%, lo que significa que el ingreso por persona casi no crece. Debemos tener mejores políticas de distribución, eso ayudará al crecimiento porque habrá más demanda, pero debemos atender el crecimiento con políticas fiscales, políticas de competencia, eso es básico.
¿Qué pasará con el tema de los aranceles al acero y aluminio mexicanos?
Se discutió, se trató de manejar como parte del tratado; pero no fue posible resolverlo. Se tiene la seguridad que en los próximos meses se resolverá y esperamos que sea antes del cambio de gobierno. No queremos que nos llegue la pelota pero si nos llega buscaremos negociarlo, el compromiso es resolverlo ya.
¿Qué debe hacer México para no dejar fuera un socio como China?
Tenemos que buscar una relación fuerte, el problema con China es que México ha tenido políticas muy hostiles en el pasado, entonces, tenemos un déficit gigantesco de confianza con ellos. Nos urge corregir eso, porque en la próxima década el 70% de la inversión internacional será de China. Y ellos nos necesitan, como socios comerciales importantes, como potencia económica en el continente.
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