Es muy tranquilizador que el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, haga pública su preocupación de que eventualmente la economía mexicana pudiera entrar en una recesión. Y que, por lo tanto, prometa que, como una respuesta ante ese escenario, serán extraordinariamente prudentes con las finanzas públicas.

Si la economía mexicana no ha entrado en el terreno de la recesión, por unas cuantas centésimas de punto, es porque hasta hoy se mantiene encendido el motor de las exportaciones hacia Estados Unidos.

Las exportaciones mexicanas al vecino país del norte marcaron un récord en su participación de mercado y un aumento en valor de lo exportado de 5.5% en términos anuales. Esto fue posible porque la economía estadounidense crece a tasas altas y con pleno empleo, además de la sustitución de importaciones chinas, derivadas de la guerra comercial que mantiene Donald Trump con ese país asiático.

Pero es precisamente ese ánimo belicoso del presidente de Estados Unidos lo que puede propiciar que se acelere el fin del ciclo de expansión de la economía estadounidense y, por lo tanto, una baja en sus compras al exterior. Ya saben, aquello de la gripa de allá y la pulmonía de acá.

Y es en este contexto que desde la Secretaría de Hacienda le dan un valor superior a la aprobación del nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Dice el secretario Herrera que, si se logra la ratificación, cambiaría completamente las condiciones de México.

La verdad es que la 4T le quiere encontrar al T-MEC más propiedades curativas que al nopal. Es verdad que el retraso en la aprobación del acuerdo sustituto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte genera retraso en muchas inversiones. Pero también es un hecho que hoy tenemos un marco de libre comercio vigente y que la amenaza más grande a la relación bilateral se mantendrá con o sin T-MEC. Porque ese temor permanente se llama Donald Trump.

Así que difícilmente el T-MEC será ese cambio radical hacia la buena suerte que estamos esperando.

Lo que realmente podría cambiar la trayectoria de la economía mexicana sería abonar desde la propia Presidencia de Andrés Manuel López Obrador un mensaje de confianza a los inversionistas.

Estamos a un año del error de octubre y el gobierno federal lo festeja con la ansiada luz verde para que Riobóo inicie en breve la construcción de un aeropuerto comercial en la lejana base militar de Santa Lucía. Cuando fue ese hecho de hace un año lo que marcó un punto de quiebre en la confianza de empresarios, financieros, analistas y no pocos ciudadanos que vieron que el sentido común estorbaba a la 4T.

No hay que perder de vista que México llega a la antesala de una posible recesión mundial con serios problemas económicos derivados de esas malas decisiones internas. Si la economía del mundo se cae, nosotros ya estamos en el piso, con un crecimiento de 0%, con una inversión en niveles recesivos y con expectativas muy pobres de crecer. Todo derivado de factores internos.

Lo que falta es que ese mensaje tan positivo de Hacienda de tener una extraordinaria prudencia con las finanzas públicas se refrende con los números finales del paquete presupuestal del próximo año, que ahora está en proceso de aprobar el Congreso, y que el jefe de todos ellos, el presidente Andrés Manuel López Obrador, crea en que generar confianza va de la mano de cuidar las finanzas públicas en estos tiempos previos a una posible recesión mundial.

Categorías: Economía

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